La pregunta que nos proponemos abordar tiene el propósito de funcionar como orientador de algunas cuestiones referidas a la dinámica y la metodología de un tratamiento Psicoanalítico.
Desde ya que muchas veces quien consulta por un padecimiento que lo aqueja, desconoce de las diversas ramas de la psicología y puede nunca haber escuchado acerca del psicoanálisis, esto no necesariamente es un problema o un impedimento para su encause, puede más bien ser una grata sorpresa.
Realizaremos algunas comparativas con estas otras ramas, no a modo calificativo, si para que al ponerlas en tensión pueda profundizarse en lo singular de un tratamiento de orientación Psicoanalítica.
El caso por caso, la singularidad
El psicoanálisis, fundado por Sigmund Freud, es ante todo una practica, pero también una teoría con una metodología y disciplina que le son propias.
Entre otras cosas, se fundamenta en la existencia del aparato inconsciente en el ser humano, podríamos decir, sin entrar en detalles técnicos, que este descubrimiento, que aún hoy resulta vanguardista, ya establece diferencias importantes con otros tipos de abordajes del padecimiento mental y sus posibles tratamientos. La existencia del inconsciente da cuenta de que no todo en lo relacionado a el accionar humano esta regido por la suposición de control o voluntad.
Muchas de las ramas de la psicología o la medicina no tienen en cuenta esta instancia psíquica y desarrollan y ponen en practica modos de tratamiento que son orientados por una pretensión universal, se vehiculizan por la conducta, la cognición y lo que entienden por síntoma, es en ese sentido como pueden establecer de entrada la cantidad de sesiones necesarias y una planificación estructurada de como sera el tratamiento ya que en el horizonte se permiten suponer una idea de cura estandarizada.
Desde el psicoanálisis entendemos que esta pretensión puede en ocasiones resultar insuficiente y problemática.
En el inconsciente de cada uno radica un saber no sabido en el plano consciente por el sujeto, pero que es a la vez lo más preciado, propio y singular, tiene que ver con su historia, con sus pulsiones y deseos, el modo en que fue hablado por sus otros primordiales que lo han cuidado (o Descuidado), lo han nombrado incluso antes de nacer. Allí anidan marcas de la infancia, que condicionan el modo de habitar en el mundo y en relación con los otros. Es un registro que enmarca la forma que cada quien tiene de relacionarse con el lenguaje y la cultura.
Trabajo Clínico
Imaginemos alguien que consulta a un Psicólogo por una agobiante angustia y ansiedad que lo atormenta , este lo deriva inmediatamente con un psiquiatra, a su vez el Psiquiatra le realiza un esquema de medicación , en el mejor de los casos es indagado brevemente por el motivo que le supone a esa angustia, en un caso posible es la perdida reciente de un ser querido, en el otro desconoce la causa y no hay en su contexto de vida cotidiana nada que a primera vista pueda rastrearse.
Bien, quizás la medicación sea necesaria porque esa angustia se le vuelve intolerable, pero no podemos pensar que con eso es suficiente ni que para el segundo caso el tratamiento tenga que ser el mismo que para el primero. Históricamente esto sucede y muchas veces ya sea con medicación o con un tratamiento estandarizado regido por un síntoma inicial, cierta posibilidad de escucha y apertura a un tratamiento que realmente produzca mejorías, se pierde por una urgencia por taponar de parte del profesional.
En un tratamiento psicoanalítico, el analista esta en una posición de neutralidad y abstinencia, es decir, cuidando de no impartir un juicio personal, desde su singularidad, acerca de eso que el paciente cuenta. Tampoco es labor del analista dirigir a quien consulta a lo que uno supone que tendría que hacer, todo eso quedaría del lado de una urgencia por entender de que padece y curarlo lo mas velozmente posible sin interesarse por lo que le pasa, como decíamos antes, esto funciona para otras disciplinas, en el campo del trabajo analítico solo produce obturación y quien consulta se ira probablemente con una solución a su problema que no le es propia ni duradera.
Entonces bien, una persona busca un tratamiento por una infinidad de causas posibles, tantas como las personas, aquí nuevamente remarcamos la singularidad en la cual ponemos foco, el titulo de una problemática puede funcionar a modo nominativo pero esa es su única virtud.
En la actualidad abundan los diagnósticos, un ímpetu de parte de las ciencias medicas, la psicología y la industria farmacológica por crear catálogos en los cuales la subjetividad de cada quien queda desdibujada en una nominación de su padecimiento universalizado, un achacamiento acerca de lo que se supone normal y lo que que abre las compuertas como dijimos antes, a la pretensión de un tratamiento estandarizado.
Nombrar a una persona por un trastorno es en la mayoría de los casos aplastante, es verdad que puede generar cierto apaciguamiento para el sujeto que no sabe lo que le pasa pero si se queda allí, solo proporcionara un lugar de pasividad y extensión en el tiempo de su sufrimiento.
Centrarse en el padecimiento sin dar lugar a que eso de lo que se padece posibilite hablar y hacerse preguntas es obturante, la propuesta del psicoanálisis en primera medida es abrir y dar consistencia a las interrogantes, el camino de acceso al inconsciente es la palabra y con ella los actos fallidos, lapsus, sueños, también los síntomas pero sobre ellos lo que el paciente pueda decir.
Otras tratamientos como mencionábamos antes son urgidos por abolir lo más rápido posible ese padecimiento, por supuesto puede sonar atractivo y hay personas para las cuales resulta y no buscan otra cosa. Adentrase en un proceso analítico es una aventura que requiere valentía.
Transformación profunda
El trabajo analítico implica necesariamente un proceso de transformación, no se busca restablecer al paciente a un momento anterior a aquello que desencadena el malestar y la consecuente consulta, eso implicaría desestimar que fue algo en aquel estado que hasta el momento era funcional, lo que promovió el padecimiento, tampoco acomodarlo a una supuesta pretensión de normalidad que pueda ser invocada por el discurso de la época o lo que crea su entorno, uno puede estar muy bien adaptado a algo enfermo.
Es indefectiblemente transformador porque de ese proceso devendrá algo nuevo y desconocido, es por eso que la urgencia que pueda aparecer en una primer consulta es acompañada y alojada por el analista pero sabiendo abrir un espacio de comprensión, el tiempo que esto lleve dependerá del ritmo del paciente (Los analistas preferimos el termino Analizante, da cuenta de una posición activa).
Hablar de una experiencia transformadora se sostiene en la profundidad de los temas que serán dichos y escuchados por quien acude a la consulta, repasar la historia, apropiársela, volver a atravesar ciertas marcas implica poder extraer de allí energía enquistada y obstinada en repetir una y otra vez mismas acciones.
En este punto y mientras la posibilidad de una maquina del tiempo permanezca en la ciencia-ficción, el Psicoanálisis es la única herramienta existente que modifica el pasado, esto es así en la medida que el objeto de estudio no es la realidad objetiva, ya perdida, mítica e irrecuperable, sino reconstruir esa historia, recordada, escuchada, imaginada, lo que posibilita re elaborarla y apropiársela de una forma menos sufriente para así reconciliarse con el presente o lograr modificarlo.
Formación del Psicoanalista
Un hecho quizás interesante para quien decida consultar con un Psicoanalista es conocer algo de su formación para entender que la profesionalidad y el compromiso es algo intrínseco de quienes ejercen el Psicoanálisis.
En Argentina lo Típico es que los practicantes de Psicoanálisis sean Licenciados en Psicología, es además la matricula la que habilita al trabajo clínico, hospitalario, aunque también los hay provenientes de otras profesiones, Médicos, Trabajadores sociales , etc que se han interesado y especializado luego de su carrera de grado. La formación del Psicoanalista desde el lado académico es constante e inagotable, es habitual que quienes nos interesamos por esta disciplina nos mantengamos realizando cursos, posgrados, Maestrías, Doctorados, participando en ateneos y diversos espacios de interacción con colegas de la nuestra y de otras profesiones cercanas, esto se explica en cierta medida por el hecho mencionado previamente, la ética del psicoanálisis es la ética del deseo y esta va de la mano con escuchar y conducir la singularidad en cada caso, para lograr esto hay que estar muy formado. Entendemos y utilizamos herramientas de otros campos y trabajamos de forma interdisciplinaria cuando se considera que el caso lo requiere.
Es además Freud quien establece cierta guiá que los analistas seguimos tomando, para ocupar dicha posición es necesario el análisis personal, la formación constante y la supervisión de casos.